Su cinismo mata
¿Quién es Andrés Manuel López Obrador?
Ya se dio cuenta del desastre que ha causado y, en lugar de corregir, simula que todo va bien y que irá mejor. Cinismo, pues.
En febrero de este año el Departamento de Estado entregó al Congreso de EU el informe anual, donde señala que en México hay violaciones a los derechos humanos, secuestro, torturas, homicidios, tráfico de personas, intimidaciones, hostigamiento y ataques a periodistas, complicidad de agentes del gobierno con bandas criminales internacionales y corrupción.
La respuesta del Presidente fue una cátedra de cinismo:
“Están mintiendo, es pura politiquería… En México no se tortura, no es como antes, que ellos se quedaban callados, nunca decían nada; en México no hay masacres, en México el Estado ha dejado de ser el principal violador de los derechos humanos, en México se garantiza la libertad de expresión”.
Al mes siguiente vino el crimen contra 40 migrantes centro y sudamericanos que murieron calcinados en una pocilga del gobierno federal en Ciudad Juárez.
En ese crimen confluyeron corrupción, ilegalidad, tortura, extorsión, complicidad con bandas criminales y desprecio a la libertad de expresión. Todo lo que señaló el Departamento de Estado.
No era necesario que se lo dijeran “los gringos”. Para saber qué pasaba era suficiente con que el Presidente viera las recomendaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (encabezada por una leal a él).
Ahí venía todo lo que, el 27 de marzo, se transformó en la más cruel masacre masiva de migrantes cometida por un gobierno en este siglo.
Lo señalado por la CNDH coincide con lo expuesto en medios de comunicación que narraron las violaciones a los derechos humanos de los migrantes en los galerones del INM en el sur y en el norte.
Para el Presidente eran exageraciones de los “zopilotes” de la prensa conservadora que “nos quieren afectar” para recuperar privilegios.
Su cinismo hecho gobierno mata.
Periodistas mexicanos (destacadamente en El Universal), con datos de la Comisión Nacional de Búsqueda, han publicado que, del 1 de enero al 10 de abril del año en curso, se han registrado 810 desapariciones de extranjeros procedentes de Centro y Sudamérica.
Las desapariciones, señalan, son ejecutadas principalmente por los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, derivadas de la pugna por el control del secuestro, extorsión, el derecho de tránsito hacia el norte y el reclutamiento forzado.
En casi cuatro años, la CNDH ha emitido 54 recomendaciones al Instituto Nacional de Migración por torturas, agresiones sexuales, lesiones y extorsión a migrantes y a sus familiares.
Señalan los reportes de la prensa nacional que las estaciones migratorias, retenes y garitas, se han convertido en cuevas para el cobro de moches por parte de agentes y funcionarios del gobierno del presidente López Obrador.
De entrevistas con migrantes, se publicó ‘El tarifario de la corrupción’ (El Universal, 6 de abril): botella de agua, 15 dólares. Jabón, 10 dólares. Llamada telefónica de 5 minutos, 25 dólares. Trámites, dos mil a cinco mil dólares. Por no detenerlos, 25 dólares. Un cigarrillo, tres dólares.
Una semana después de la masacre en Ciudad Juárez, el Instituto Nacional de Migración envió un reporte a la Cámara de Diputados, que el periodista Víctor Chávez publica hoy en El Financiero:
Se otorga a los migrantes “instalaciones seguras, hospedaje, agua y alimentos gratis, kits de higiene”.
Además, “apoyo psicosocial para niñas, niños y adolescentes, mejoras en la infraestructura de albergues, insumos para la adecuada estancia de personas migrantes y refugiadas, el acompañamiento de los organismos internacionales para los nuevos albergues que las autoridades locales y estatales implementen para recibir flujos de personas migrantes”.
El cinismo del Presidente permea como política pública.
Humanismo mexicano, mi legado: AMLO, tituló el diario La Jornada (“el único” que dice la verdad, sostiene el Presidente) la nota del cuarto Informe de Gobierno de López Obrador, el 27 de noviembre pasado.
En el Zócalo, AMLO caviló en voz alta sobre las virtudes esenciales de su gobierno y concluyó: “Mi propuesta sería llamarle Humanismo mexicano, porque tenemos que formar un distintivo. Humanismo mexicano porque, como diría el césar, Publio Terencio: nada de lo humano nos es ajeno”.
El cinismo gobierna y muchos le aplauden.
Para decirlo en palabras de María Herrera Magdalena, destacada en Forbes por la búsqueda de sus cuatro hijos, víctimas de desaparición forzosa: tenemos “un Estado y una sociedad ahogados en indiferencia”.
Cuando mataron al periodista Antonio de la Cruz junto con su hija –el número 35 de los que van asesinados en su sexenio, con cifras a julio del año pasado–, López Obrador dijo:
“Que no estén pensando los autores intelectuales y materiales de estos crímenes que van a quedar impunes, que no va a haber castigo… Aunque parezca disco rayado, debo seguir advirtiendo que ya no es lo mismo. No somos iguales. No se confundan”.
Algo parecido ha dicho luego de otras masacres ocurridas en su gobierno, como el asesinato de mujeres y niños en Bavispe, o al día siguiente del intento de asesinato a Ciro Gómez Leyva (aunque 24 horas después dijo que pudo ser un autoatentado para subir el rating).
El ataque a Gómez Leyva ocurrió dos días después de que AMLO afirmara que escuchar a Ciro, Loret y Sarmiento podría producir un tumor en el cerebro.
Hace tres días, el viernes, autoridades municipales de Guerrero detuvieron al periodista Bertín González por criticar un programa social del presidente López Obrador.
El acta de la comisaría dice: “Se detiene al señor Bertín Chino González, periodista del periódico Prensa del Sur, por subir a las redes sociales que los grupos de Sembrando Vida que dirige el presidente López Obrador no están funcionando en todo Guerrero”.
Al Departamento de Estado, que señaló el hostigamiento a periodistas, el Presidente le soltó por respuesta una descarga de cinismo: “En México se garantiza la libertad de expresión”.
¿Qué sigue?
Con ese cinismo, seguiremos viendo más de lo mismo. Asesinatos incluidos.