El poder es como un explosivo: O se maneja con cuidado, o estalla en plena cara.
Esta añeja frase debería tener muy en cuenta la cúpula del actual régimen, empezando por la presidenta Claudia Sheinbaum.
Porque el aplastar al Poder Judicial para constituir un Poder Absoluto, no dejará buenas cuentas.
Para nadie.
Y no debemos ver solamente la defensa que harán los ministros de la Suprema Corte.
No.
Junto con pegado, como diría el clásico, vendrán otros agregados culturales, como freno a las inversiones, nacionales y extranjeras, debilitamiento del peso, aumento inflacionario, baja captación de recursos para el Estado, conflictos internacionales, como el tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, por violaciones a los tratados del T-MEC y, lo que debería ser más preocupante, la inminente intervención del Tío Sam en defensa de sus intereses.
Aquí no hay para dónde hacerse.
Kamala ya está presta para defender sus negocios.
Y Trump ni se diga: Ya cortó cartucho para mandar a sus fuerzas especiales para combatir al crimen organizado que opera en México.
¿Qué hará la cúpula revolucionaria del actual régimen ante estos escenarios?
¿Llamar al pueblo de México a tomar las armas en defensa de la Patria?
No, esa arenga sería ignorada.
El pueblo clama por paz.
Y esa petición se confunde con el proyecto de crear una nueva Constitución, al gusto de la nueva nobleza política.
Por lo pronto ya existe una crisis constitucional.
Que deberá escalar hacia alturas insospechadas, de seguir el régimen por su actual ruta de destrucción.
Pobre México: Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos.
Y demasiado cerca de la 4T.