La ciudadanía apartidista definirá a la ganadora de la elección presidencial del 2 de junio. De eso no hay duda. Es la ruta ciudadana la que premia y castiga a la nobleza política que regentea a todos los partidos políticos. Entonces, si es tal la fuerza ciudadana, ¿por qué la gente común no influye en las cúpulas partidistas?
Nunca hay respuesta a esa pregunta. Y el caso se torna grave cuando, paradójicamente, los partidos viven de las contribuciones del pueblo a través de impuestos.
s autoridades competentes deberían remediar el problema para quitar esa arrogancia de todos conocida a las dirigencias partidistas.
La solución más sencilla: Eliminar las prerrogativas de los partidos políticos. Dejarlos sin lana para que se mantengan con aportaciones de sus militancias.
Sí, tipo Estados Unidos.
Si allá funciona, ¿por qué aquí no?
Gane quien gane la elección presidencial tendrá la obligación de ciudadanizar a los partidos políticos.
O ya de perdida quitarles el subsidio gubernamental.
¿Alguna candidata ha ofrecido esa promesa?
No, que se sepa.
Si Xóchitl gana, será por el voto ciudadano.
Si Claudia triunfa será por la maquinaria de su partido mayoritario, Morena. Y, obviamente, por los millones de personas beneficiadas con los programas sociales del gobierno.
Por lo pronto ya se ve como una posibilidad la construcción de un nuevo partido con la participación de personas que integran las organizaciones ciudadanas que se decantaron por Xóchitl Gálvez.
Marea Rosa es una de las más conocidas de esas organizaciones. Allí puede estar un buen nombre de batalla.
Dirigentes, voceros y propagandistas de Morena están muy nerviosos por la participación de esa fuerza ciudadana. Esgrimen que la gente pecó de ingenua por dejarse seducir por PRI, PAN y PRD. Habrase visto tamaña estulticia. La gente que integra esas organizaciones ciudadanas, en su mayoría, es de esa clase media ofendida por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Y es, académicamente, preparada. No es ese sector de clase baja que intimidan con retirarles ayudas de los programas sociales.
¿Un nuevo partido político cargado a la derecha?
Pueque.
Ya falta poco para confirmar la teoría del péndulo: En política la tendencia es ir de un extremo a otro. De izquierda a derecha.
Y también falta poco para ver si Movimiento Ciudadano se desfonda por el interés monetario de sus dirigentes y la arrogancia de un candidato que intenta venderse como prototipo del nuevo político. Le arrojaron una manzana envenenada y se la tragó enterita, como buen marranito. Una simple recua. Mulas y uno que otro buey.