Al ataque los poderes fácticos
Ya entró a su etapa final la presidencia metaconstitucional de Andrés Manuel López Obrador. El poder se le escurre entre los dedos de las manos. El ritual sexenal se está cumpliendo de acuerdo a las tradiciones. Por lo pronto los poderes fácticos despliegan sus alas después de un letargo de cinco años. Y abren paso al equilibrio de poderes que mantiene con vida a la República. O lo que es lo mismo: México no puede ir contra el ciclo de la historia.
Así de fácil.
Así de sencillo.
Con la decisión de la Suprema Corte de anular la transferencia de la Guardia Nacional a la Secretaría de la defensa Nacional, por violar el Artículo 21 de la Constitución, AMLO tiene su punto de inflección: Su vida cambiará. Nada volverá a ser como antes.
Su reacción inmediata a este fuerte golpe, nada bueno presagia: Declaró su intención de desaparecer a todos los organismos relacionados con acceso a la información pública y desaparecer al Sistema Nacional Anticorrupción.
El presidente estaría obligado a entrar a una etapa de autocrítica, de reflexión y dar un paso a los lados. Ya está metido en aguas profundas y en cualquier momento requerirá de al menos un tanque de oxígeno. Según expertos en la materia, es imposible ir contra el ciclo de la historia y que en lugar de control constitucional haya hegemonía personal. Cualquier aprendiz de político sabe que el poder es como un explosivo: O se maneja con cuidado o estalla. Aquí está a punto de estallar.
El fuerte golpe periodístico contra el general Luis Cresencio Sandoval y su vida de lujos simplemente mostró el resurgimiento de los poderes fácticos. En política no hay casualidades. El juego apenas inicia. Y eso deben asimilar los jerarcas del actual régimen.
Obviamente los golpes vendrán de adentro y fuera. Una pésima declaración de AMLO fue el acusar al Pentágono de espionaje. Y su pleito con la DEA nada bueno presagia.
Así que uno de los golpes vendría por el lado de las fuerzas armadas, que estarían en punto de ebullición por los viajes de lujo realizados por el general secretario y sus familiares directos. Todo a costa del erario.
En este contexto trasciende que es cada vez mayor la brecha económica entre los privilegiados que manejan la Sedena y el resto de oficiales y suboficiales. Y lo más peligroso: Los fondos del ejército van en caída, inclusive los de retiro. Ya hablan de un boquete financiero de regulares dimensiones, sobre todo por la ahora fallida adscripción de la Guardía Nacional al mando castrense y que se agrava con la falta de rentabilidad del aeropuerto Felipe Ángeles y el Tren Maya.
Todo esto acelera la otra sucesión, la de los militares. Uno de los prospectos es el general de división Carlos Arturo Pancardo Escudero, Inspector y contralor general del Ejército y Fuerza Aérea y que coordinó el último desfile con motivo de la independencia nacional. Es un oficial bien visto en sectores empresariales (despachó en Monterrey) y en Estados Unidos. Tiene buenos nexos en la oposición.
Otro que ya se mueve en diferentes encuentros es el general de división Homero Mendoza, que tiene un discurso privado muy crítico del accionar de ciertos elementos cercanos a Sandoval (por eso fue removido de la jefatura de Estado Mayor). El año pasado asumió en la X Región Militar en Yucatán. Un detalle: tiene muy buena llegada al entorno de la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum.
Finalmente también emerge el general Ricardo Trevilla, que es de los favoritos para la sucesión en el grupo de allegados a Sandoval y es el principal estratega de la Sedena en materia de comunicación e imagen. Tiene buena relación con directivos de medio de comunicación y con familiares del presidente.